
Hoy, por fin, voy a compartir ideas con Martí Terès y su Oleum Flumen. Ha costado bastante insistencia por su parte y varios cambios de actividades por la mía, para romper con el estereotipo que siempre nos creamos a la hora de vernos con una persona, en mi caso traducido a «tengo que organizarme para ir a Vinaixa».
Porque merece mucha atención y tiempo romper con la dimensión diaria y conectar con la de Martí. Lo suyo no es superficial ni rápido. Como un buen guiso, el chup chup en este caso es la elaboración de una conversación a fuego lento, añadiendo los ingredientes necesarios para que este sabio del aceite y muchas otras cosas, sirva un plato repleto de anécdotas, reivindicaciones y mucho, mucho contenido que va desgranándose a su ritmo.
Es un rebelde con causa y allá por 1995 rompió con todo motivado por sus estudios sobre los olivos y el aceite, e invadirle como él dice «una sensación poética». Adquirió unas descuidadas fincas en Vinaixa para crear una oda al aceite, rimada después de cinco escarchas invernales y cinco secos veranos leyendo, consultando y viajando, que dieron como resultado el destilado de los primeros litros del aceite de oliva virgen extra que tuve la oportunidad de testar. Impresionante.
Mientras conduzco por la A2, por cierto, la autopista más cara del mundo, llego a la bifurcación hacia Lleida y al dirigirme hacia la larga recta con pendiente que rompe el camino hacia Tarragona, tengo la sensación de que entro en una transformación brusca del paisaje que provoca que me venga al pensamiento «Les Taixeres», la finca de producción ecológica en la que Martí cuida sus olivos de diferentes edades y variedades, en las que ejerce de maestro alquimista en la producción de sus variedades de aceite.
Seguro que Martí me hará pisar las especiales tierras donde reposan sus olivos, me indicará sus últimos inventos experimentales para conseguir mejores olivas y después iniciaremos nuestra particular ruta gastronómica, partiendo desde la «Petita Boquería», la tienda en la que se expone sus productos.
Por suerte hoy tenemos un día soleado y la luz especial que se reflejará en todos los rincones de de la finca, provocará que Martí y yo entrecerremos los ojos para contemplar un paisaje encarnado en un mar de olivos, mientras que la voz de Martí no dejará de indicarme «fíjate en las ramas de aquel olivo» o «en aquella zona cultivamos nuestra huerta ecológica», todo ello con un tono de quien es un apasionado de lo que hace y al que no le importan los esfuerzos que ello supone para conseguir desde tierras del interior, un valor dorado tan esencial en la dieta mediterránea.
[…] Un orgull i una satisfacció formar part del projecte de Jordi Angli. […]