La llegada de los españoles al nuevo mundo, además de aportarnos la historia de aciertos y desaciertos que todos conocemos, favoreció el conocimiento de nuevos productos alimenticios, desconocidos en la cocina de aquella época y que hicieron descubrir nuevos sabores. Patatas, tomates, cacao, judías, piña, azúcar, café…, además de otros muchos, en la actualidad son productos básicos de nuestra alimentación y se han convertido en esenciales en muchos platos.
Uno de ellos es la calabaza, con la que hace años llegamos a familiarizarnos por su pertenencia a la familia de las cucurbitáceas, gracias al famoso concurso televisivo Un, dos, tres, en el que quien perdía se la llevaba, escenificación de lo que significa «dar calabazas» o recibir un suspenso.
Lo curioso de la historia de la calabaza es que los nativos americanos la utilizaban para confeccionar esteras, secando tiras de calabazas y las asaban cuando las consumían. Los conquistadores le dieron una vuelta y elaboraban lo que conocemos como pastel de manzana, cortando uno de los extremos, extrayendo las semillas y rellenándola con leche, especias y miel, para después darle un toque de calor en cenizas calientes.
A pesar de ser verdura con mucha apariencia externa, su contenido aporta pocas calorías, proteínas y grasas. Para esta receta me he decidido por la calabaza violín, que posee un sabor dulce y delicioso y bañará un plato con el que sorprenderéis a vuestros comensales.
Ingredientes:
Para la crema
1/kg. calabaza violé
150grs, cebolla de Figueres
50 grs. mantequilla
50grs. aceite de oliva
sal y pimienta
Un litro caldo de pollo
Sofreímos muy lentamente la cebolla con el aceite y la mantequilla. Una vez está sofreída incorporamos la calabaza, dejamos a fuego lento hasta que esté muy deshecha e incorporamos el caldo y hervimos cinco minutos.
Trituramos y dejamos la textura y condimentada.
Para la falsa trufa
300 grs. cebolla Figueres
300 grs. morcilla perol
100 grs. trompeta de la muerte deshidratada
Sal y pimienta
Picamos la cebolla de Figueres y hacemos un sofrito con aceite de oliva. Cuando la cebolla está muy rosa, añadimos la morcilla que habremos triturado en una picadora de carne.
Incorporamos al fuego justo para calentar y condimentamos. Dejamos enfriar.
Secamos la trompeta de la muerte y hacemos polvo. Reservamos.
Hagamos bolitas de la falsa trufa y las enlucimos con el polos de trompeta.
Para las setas
1/2 Kg. cebollas de Figueres
1/2 Kg. champiñones
Una rama tomillo
Sal y pimienta
Picamos la cebolla y la confitamos lentamente en aceite de oliva. Una vez esté bien rosa, añadimos los champiñones picados, sal, pimienta y el tomillo.
Dejamos que se evapore toda el agua de los champiñones y rectificamos la condimentación.
Arena de trompetas
100 grs. de crumble de almendras
20 grs. de polvo de trompetas
Mezclamos los dos ingredientes y reservamos.
En el momento de servir:
Ponemos una base de setas al plato, sobre ellas colocamos la arena de trompetas y la falsa trufa. Adornamos con unos germinados y servimos la crema en una jarra.