Con esta receta realizo dos viajes bien diferenciados, que nos transportarán a la identificación y origen de los dos productos destacados de este plato: el yogurt griego y el tocinillo de cielo.

Cuando pensamos en el yogurt griego, lo asociamos como el mejor, el más cremoso, saludable…, mientras nos dejamos llevar por imágenes de la geografía griega y la multitud de islas en las que nos podemos refugiar en nuestras vacaciones. Dicho sea de paso, te recomiendo una intensa visita a la Grecia peninsular y desde Atenas, visitar la diversidad de sus islas, utilizando los ferrys de la multitud de de compañías que prestan sus servicios. Vivirás una intensa experiencia vacacional y en cada isla encontrarás alguna diferencia con las demás.

De esta forma podrás degustar el yogurt autóctono, más denso, compacto y casi libre de grasas que el que encuentras en la estantería de cualquier tienda de alimentación. Sentirás sensación de plenitud en el estómago y aportarás a tu organismo una importante cantidad de proteínas y carbohidratos. Además, podrás comprobar que está presente en multitud de platos de la gastronomía griega.

Dando un importante salto geográfico, ahora te sitúo en Jerez de La Frontera, ciudad con una gran cantidad de bodegas elaboradoras del vino jerez. Con precaución, que el jerez es un poco traicionero, puedes tomarlo tapeando en los muchos bares escondidos por la localidad. Como seguro que la visita a Grecia te habrá dejado con las ganas de seguir disfrutando de la playa, a una hora en coche desde Jerez, tienes opciones muy destacadas en las playas de La Bolonia o Caños de Meca, espectaculares lugares en los que no te importará pasar el día. De hecho, los romanos ya descubrieron que vivir allí era un lugar excepcional y a la entrada de la playa de La Bolonia, todavía puedes encontrar los restos de un asentamiento.

Pero deberás volver a Jerez, lugar del que es originario el tocino de cielo y cuyo ayuntamiento ha iniciado los trámites para registrar la marca de este producto, visitando el Convento de Espíritu Santo, cuyas monjas de clausura lo elaboran desde 1324. Vivirás una situación peculiar cuando te encuentres frente al torno en el que se solicita, desde el que oyes pero no ves, y cuando oigamos el saludo del otro lado del torno, deberemos responder con un “sin pecado concebida” y pedir, además del tocinillo, los dulces artesanales que allí se elaboran.

La tradición cuenta que su origen está estrechamente ligado a la elaboración del vino de Jerez, que en aquellos tiempos necesitaba de ingentes cantidades de claras de huevo para su clarificación. El sobrante de las yemas, se entregaban al convento y la mano para la repostería y la espiritualidad religiosa de las monjas, hicieron el resto, poner a nuestra disposición uno de los postres más destacados de la repostería española.

Ahora, después de estos viajes, nos toca ponernos manos a la obra y disfrutar de esta receta.

Ingredientes:

320 grs de yogurt griego

200 grs. de frutos rojos variados

240 grs. de azúcar

70 ml de agua

100 grs. de yema de huevo

1 huevo

100 ml de leche

200ml de sorbete de maracuyá

Elaboración:

Para el flan chino:

Con el agua y el azúcar creamos un almíbar. Lo mezclamos con las yemas y el huevo. Una vez está mezclado, añadimos la leche. Colamos la mezcla y colocamos en el horno a 170º grados al baño maría durante aproximadamente 30 minutos. Una vez cocido, trituramos y lo colamos. Reservamos.

En el momento del montaje, realizamos una lágrima de tocinillo de cielo, encima añadimos el yogurt y sobre éste los frutos rojos.

Justo al lado, colocamos una base de galleta salada y una quenelle de sorbete de maracuyá.

 

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