Cuando hablamos de torrijas nos viene a la memoria un producto tradicional y de elaboración casera que tiene en la semana santa su momento más álgido de consumo. Pero algo tan apetecible no debe estar reservado para esas fechas y por ello, podemos colocar a la torrija como la base de aterrizaje de elementos subversivos que dejen de lado su fama espiritual y religiosa.

Y para gustos colores: dependiendo de la zona de procedencia de la torrija, existen muchas variedades y su preparación está supeditada a la diversidad de panes y a la tendencia culinaria. En Castilla y León se bañan con leche aromatizada, con vino en Andalucía y crema pastelera en Donostia.

En mi caso, os propongo esta variedad como propuesta para un postre contundente con el que sorprendáis a vuestros comensales.

Ingredientes:
½ kg de pan de brioche
100gr de crema pastelera de almendras
3 yemas de huevo
300ml de leche
300 ml de crema de leche
100gr de azúcar
20gr de mantequilla
100ml de helado de café
200ml de leche
2 sobres de café soluble
30gr de azúcar

Elaboración:

Para la torrija:
Cortamos el pan de brioche en cuadrados.
Mezclamos en un bol las tres yemas de huevo con 100gr de azúcar, la leche y la crema de leche. Dejamos empapar el brioche.
Lo retiramos y lo escurrimos un poco. Lo caramelizamos en una sartén antiaderente junto con la mantequilla y el azúcar.
Retiramos y dejamos enfriar.
Añadimos la crema de almendras y caramelizamos.

Para la salsa de café:
Calentamos parte de la crema de leche disolviendo el azúcar y el café. Incorporamos el resto de la crema de leche y dejamos enfriar. Resevar.

Para el montaje colocamos la torrija en un plato, encima una quenelle de helado de café y la salsa alrededor.

Acabamos con una decoración de chocolate y frutos rojos.

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